29.6.09

Fuerte, sin vértigo, sin frío.

Me colé en un sueño. Allí volaba, flotaba en al aire, tocaba las estrellas, tocaba el sol, dormí en la luna. (Demasiado vértigo). Y dormí tanto que pude acostumbrarme.


De pronto alguien me cogió del hombro. Aún soñaba, pero me dijo que yo era fuerte.
Y desperté, con los ojos como platos, y empañados.
Creo que durante días me sentí mareada, demasiado vértigo. Pero se esfumó.
Y si lloraba ya, era del frio del mes de Junio. Brillando el sol, y no los ojos. Muerta de frio, hasta que alguien me cogió del hombro, y repitió diciendome al oido que yo era fuerte.
Ya no estoy soñando..

Así que en Julio sí hace calor. Y ahora puedo subir tan alto como quiera. Se cómo volar sola.

Soy fuerte. Lo soy.

22.6.09

Un mundo de latex.

Se nos quedó pequeño el mundo entero. Cada rincón había sido testigo de nuestros besos, caricias o miradas. Todos ya habían oído nuestra risa.

Y entonces pensé en el único lugar que me quedaba siempre grande. Enorme. Como un mar inmenso y frío en el que yo era la única balsa, a punto de naufragar.


-Mi cama aún no ha sentido tus latidos.


Y el lugar más grande se convirtió en nuestro mundo entero. En mi colchón, hecho a medida para dos, para nosotros.


17.6.09

¿Puede alguien oler a felicidad?

Todo el mundo les odiaba. Su piel era morena, más de lo que era considerado "normal". Vestían pantalones pesqueros, y vaqueros rotos y desgastados. Llevaban camisa marrón, blanca en realidad, pero era marrón.
Y todos les miraban, señalaban y fruncían el ceño. Todos eran "otro", uno más. Y de todos, ninguno era bien recibido.

A mi me gustaban. Olían a feria. A noche y luces de colores.



Me recordaban a los tiovivos. A la sonrisa de un niño pequeño. A la ilusión de mamá saludando desde abajo. A las risas y la música de una infancia feliz.

Y ellos, él, como era como un tiovivo. Él era igual. Él me hacía girar, subir y bajar en el aire. Sentirme pequeña, ilusionada. Él era mis ganas de feria y luces de colores. Él era más dulce que el algodón de azúcar y las manzanas de caramelo.

15.6.09

Insomnio.

Como en cualquier teatro la función terminó. El telón cayó, y cada cual se fue a su casa. Ahora los protagonistas pueden, o no, olvidar su guión (o quizá no tienen más remedio).

Y como cada Otoño las flores terminaron de secarse. El césped se volvió áspero. Eso es, tal vez, que no llovió. Pero quizá, sólo quizá, aquel Noviembre las hojas no temblaban de frío sino de miedo. Un miedo que contagiamos a cuanto podía alcanzarse.

Puede ser por eso que le tenga miedo al miedo. Y lo dije sin tenerlo, sin saber apenas qué era.


En definitiva, una vez más y como siempre, tuve razón. ''Yo no soy M. No seré M''. No en aquel final. Creo al menos, que me consuela..



8.6.09

Sabor Ginebra.

La miraba confuso, casi con arrepentimiento, por primera vez se mostraba susceptible, como un bloque de hielo al que se acerca la primavera. Y ella supo aprovechar la ocasión, sacando fuerza del baúl de la memoria de lo que un día fue, dio un paso hacia delante, el primero de los que la empujaron a salir de allí. Ni siquiera se molesto en caminar deprisa, no tenía de que huir. Caminando firme, pasó por su lado atravesando el quicio de la puerta, dejando atrás la penumbra casi misteriosa y algo húmeda de su dormitorio, rozando su brazo con magnífica perfección improvisada. Y en realidad sólo pasaron segundos cuando salió de casa, pero todo parecía una vieja película muda en blanco y negro reproducida a cámara lenta; su maravillosa película romántica era ahora una tragedia de los años veinte.

Y él no tuvo más que hacer que verla marchar a lo largo del pasillo, a la vez que observaba la habitación tan lóbrega y vacía, aún con el olor de su perfume favorito. Apoyó la cabeza contra el marco de la puerta, de lado y con suavidad. Cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior en un gesto de rabia y decepción, de lamento que se escapó con aquellos pensamientos que no habían sido planeados.



5.6.09

Alias 'Calientapollas'

Alias ‘Calientapollas’

Lo cual es a la vez bastante absurdo al contar con el olvido.

¿Quién hoy recuerda aquel beso?

Yo, cabizbaja sobre tu hombro, alcé la mirada. Nuestras miradas chocaron, en las dos, se reflejaban equitativamente la duda y el deseo de tenernos más cerca que nunca. Ganó el deseo. Poco a poco y sin darnos cuenta fuimos acercándonos, y sin dejar de mirarnos a los ojos, rozó sus labios con los míos. Nada más. Mis ojos se cerraron justo en aquel momento. Instantes después, otra vez tus ojos clavados en los míos, sin hablar, tu mirada de duda se había transformado en una mirada que decía: ‘Quiero besarte’. Y mi mirada de miedo a equivocarme ahora decía: ‘Hazlo’. De nuevo se chocaron nuestros labios, dos veces se rozaron de una forma tan suave, tan dulce que hacía estremecer.
Un fuerte nudo en el estómago, se deshacía justo antes de hacer perder el conocimiento, un segundo antes de la asfixia. El temblor de piernas llegó a los talones, desapareciendo en el cuerpo, pero haciendo temblar y girar todo cuanto a nuestro alrededor quedó…


¿Quién hoy lo recuerda y no sabe ya cómo es?

Por aquí han pasado..