Me siento visceral.
Hoy no hay medidas para nada.
Me siento etérea, como si pudiera desaparecer en cualquier momento.
Como si nunca pudieras agarrarme.
Y, en realidad, ya lo has hecho.
Y no se si he escapado o nunca estuve de verdad ahí.
Me veo desde fuera.
Y mientras una flota la otra emprende el vuelo, y una tercera, sonríe con picardía: se pone un grillete.
Ella, mientras prende un cigarro, no deja de sonreír.
Ha descubierto que incluso encadenada, es libre.
Es como si se te abriese el pecho, en canal; porque el corazón necesitaba latir más.
Necesitaba volar, y he volado; tenga o no tenga las alas rotas.
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