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¿A qué aspira el ser humano? A todo cuanto ofrece Ofelia: sencillez, candor, sinceridad, inocencia en deseos y en pensamientos, delicadeza en sentimientos y en actos, capacidad para todos los afectos, desde temblar ante la presencia de su amante hasta tambalearse en su delirio de huida.

Ophelia.

De regalo..

Le dio sus amaneceres. Cada despertar a su lado. Cada mirada confusa al abrir los ojos, su pelo revuelto con gran perfección, su cuerpo desnudo enredado en las sábanas. Sus sonrisas que agradecían al mundo que hoy estuviera a su lado. Sus palabras dulces como primer sonido del día.

Le dio lo más importante de su vida. Los pequeños detalles, esos que no suelen recordarse, que ni siquiera se aprecian, esos que, al quitarlos, harían desaparecer al resto de las cosas. Detalles que lo eran absolutamente todo, los que la hacían a ella.

Ponte en mi lugar.

No hubo carta a los Reyes este Enero. Sólo frío. Solidaridad de pega, sonrisas de ''hasta los huevos'' y poca comprensión.

Cambiamos de juego, cambiamos el parchís por el dominó. Algo menos violento. Juguemos a enlazar, no a comernos.
Y de repente es todo un ajedrez.
Tu vida es su juego. El de miles de piezas que se mueven de cuadro en cuadro. Tú sólo debes tratar de no tropezarte con quienes no te interesan, quienes sólo quieren sacarte de tu sitio.
Y desde fuera, cuando tienes que mover, todos dicen qué debes hacer. Mueve esto, o lo otro. No te pongas ahí, ponte aquí.
Es tu culo el que está en juego.
Quizá vas ganando la partida, y a ellos les da igual si te comen un peón, o dos, o tres. Pero tú empiezas a sentirte menos segura.

Tú empiezas a temer un jaque-mate. Ellos ven la partida sobre ruedas.

Pero es tu partida. ¿Quién se pone en mi lugar?

Creo que han caído más peones de los que creía. No encuentro a mi dama, y seguro que se ha ido con mi alfil.
Ponte en mi lugar...