21.2.12

No es bonito descubrir que, en efecto, eres una hija pésima o una horrible hermana. Pero aunque no te lo digan, sabes que lo eres, porque no has podido ocultar un mal sentimiento tras una buena cara, aun sabiendo que haces daño, aun sabiendo que tuerces las cosas, aun no queriendo sentirte así.
Y sin querer hacer daño, hieres, sin querer gritar, gritas, porque no puedes hacer que te entiendan. Porque aunque tarde o temprano vayan a hacerlo, es en ese momento cuando necesitas un respiro, y lo fácil se hace complicado, y lo difícil es imposible por definición.

No elijo sentirme mal, ni consigo evitarlo en el momento, por bien que sepa que acabará pasando. No soy consciente de mi mala cara ni de mis ojos llorosos. Me mata más saber que hay daños colaterales, y no soy capaz de no llegar a ello o de remediarlo.

Y después, ahora, ¿qué hago?

Por aquí han pasado..