23.12.09

09/10

El sonido del motor y el susurro de varias conversaciones ajenas a mi inundan la oscuridad del autobús. Apenas se distingue el paisaje al otro lado del cristal.
El día está acabando, tal y como está acabando el 2009.
Sin poder evitarlo, empiezo a pensar en la última Nochevieja, ¿Cuántas cosas han pasado desde entonces? ¿Cuanto ha cambiado mi vida?
La noche de cotillón dejó paso a un día de pensamientos nublados, de dolor de cabeza y una sed constante. Pensándolo bien tal vez no sea la mejor forma de empezar un nuevo año..
No había hecho más que empezar 2º de Bachillerato, el fin de mi vida allí. Un año que ni empezó ni siguió de la mejor manera en cuestiones de salud. Un año de nuevos amigos y corazones rotos. Quién sabe si algún día empezaré y acabaré el año con el corazón más rojo y latente que nunca por una misma persona. Tal vez esta vez..
Despedir a personas que durante toda mi vida habían estado ahí, con los brazos abiertos para ofrecerme lo que fuera, ver apagarse como una vela los latidos de sus corazones incansables..
Y de repente, como si un millón de años hubiesen pasado, montaba en un autobús con 3 maletas repletas. Destino: Madrid. El sueño de mi vida se cumplía de la noche a la mañana, con el único transcurso de un viaje de 2 horas.
Y allí lloré, escuchando mi canción favorita salir del acordeón de aquel tipo del metro.
La universidad, ese sueño adolescente que promete libertad e independencia. Y aquel miedo horrible que le tenía a relacionarme con la gente transformado en grandes casualidades e increíbles personas que en menos de dos meses se convierten en verdaderos amigos.

Un verdadero sueño, una entrada por la puerta grande a la vida que realmente quería vivir. Esa sonrisa de idiota, y el corazón encogido, ahora, echándole de menos. Mientras, dibujo un 2009 en el vaho del cristal. Tan sólo en una hora, habré vuelto a casa por Navidad. Y antes de dame cuenta, el vaho habrá desaparecido, y con él, el 2009 que dibujé con mi dedo índice.

Feliz 2010 a todos.

Paula Castilla.


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3.12.09

Me descubro...

Es la 1.30 de la mañana y no estoy durmiendo, ni siquiera haciendo los deberes que debiera. Lo dijo un profesor al empezar la carrera, y no se equivocaba: Las horas de cafetería son importantes también, es donde se hacen los amigos, y creo que es lo que más se necesita, más que ser licenciado en cualquier estupidez de la que seguramente no podrás ganarte la vida.
...
Miedo al miedo. De eso se trata.
Creo que la vida, ademas de errores, se hace de miedos, una especie de red creada entre lo que tememos y lo que nos ayuda a superarlo, pero estando siempre ahí, al filo de caer aterrados, a un lado y a otro, si nos salimos de la linea de quien nos protege, tendremos miedo.
Cuando llegué a Madrid me daba miedo todo, pánico. No tener nada, a nadie. La carrera, el piso, las calles, y en especial la gente. Sé que no es lo mismo, pero la sensación de vacío total no se me olvidará jamás, no sé si alguna vez me había sentido tan perdida. Madrid suponía un punto y aparte en la historia de mi vida, y aquí estoy, sobre una fila de puntos suspensivos sin saber como empezar la siguiente frase.
Esperaba encontrar amigos, gente especial, y los encontré. Y tal vez gente demasiado especial también, gente de la que me había propuesto huir. Y para mi, ahora todo ha vuelto a complicarse.
...
No termino de entender por qué hay gente que no se considera especial, que todavía le teme a la vida. Si hay algo que me disgusta, es que la gente no se vea todo lo grande que es. Y no, esto no es una cuestion de alturas.. Se trata, supongo, del tamaño del corazón, por eso hay quien tiene un corazón que no le cabe en el pecho.
Pero todos tenemos nuestra mala cara, y..claro que sí, solo necesitamos encontrar a ese alguien que nos ayude a cambiarla por una sonrisilla, de esas de cada día.

Qué decir a estas alturas que no sepa todo el mundo?
..No le temas a la vida, solo hay una, y tal vez, es mejor de lo que parece.

Por aquí han pasado..