18.2.10

Echar a correr..

Odio las tardes como hoy. Una jodida película es lo único que me distrae un poco en esta mierda de vacío, una puta película de Tim Burton: dos horas de consuelo antes de estallar. Se me ha condensado la tristeza, la incertidumbre, y las ganas de dejarlo todo para gritar al mundo que quiero vivir sólo una semana, y desaparecer sin dejar rastro. Ser feliz, feliz sin ataduras. Se ha condensado tanto que no dejan de rodar por mis mejillas puñados de preguntas, de amarguras, y de ratos que he perdido haciéndome ilusiones con todo.

Me equivoqué persiguiendo un sueño que no me correspondía. O las palabras de quienes sabía que no causarían efecto en mí. Elegí abrazos que no me reconfortarían, alientos de esos que ni siquiera llevan un poco de calor. Compré el traje que más grande me quedaba.

Tal vez he convertido un hobby en una obligación, y es por eso que ahora no encuentro la calma en nada. Pienso una vez más que mi vida está hecha de errores, errores que a veces tiran de mi, como si tratasen además de alejarme de algún acierto.

Noto como algunas palabras tratan de escribirse y relacionarse con coherencia en mi cabeza, y ninguna consigue llegar hasta mis manos. Supongo que se habrán ahogado entre tanto llanto..

Soledad, incertidumbre, fracaso, perdón, responsabilidad, culpable, imbécil.. Pero ni siquiera soy capaz de ordenarlas.

Una vez más, no sé que hacer con mi vida.

Una vez más, tengo ganas de huir hacia ninguna parte, pero sin dejar de correr.




13.2.10

Dejando la mierda a un lado.

Se calzó las botas, y desde su asiento en la cama, levantó la mirada con pereza hacia el espejo. Con la mirada empañada, como si le doliera la vida, retiró el pelo de su frente y suspiró. Apartó la vista de su reflejo, una vez más ella misma iba a darse la espalda.
Mira el paquete de tabaco que tiene en la mano, y le suelta sobre el colchón, como si le quemase su dependencia en la yema de los dedos. Piensa en el tiempo que hace, que es la única mierda que le roza los labios, y vuelve a elevar su mirada.
El camino de su futuro se emborronó con la resaca de un desamor con patadas. Y decidió vivir entre paredes negras porque hacían juego con su pasado y la ausencia de sus sueños.
Se levantó, y enfundándose en su abrigo de cuero marrón, agarró la maleta. Tiró el tabaco al suelo y lo pisó con fuerza, cansada de esperar a esa muerte que se le antojaba lenta. Ni siquiera hubo un último vistazo, un intento de recordar la salida, prefería olvidar el principio de su cuento infeliz. Iba a buscar su orgullo, o ese brillo que, de pequeña, la gente encontraba en sus ojos. Murmuraba..''Sólo un puto abrazo..''.

12.2.10

De Antonio Muñoz Molina.



Dos o tres sueños le avisaron de todo: soñaba que ella se había ido y cuando lo despertaba el dolor, extendía sus brazos en la oscuridad y la encontraba allí, dormida.
Abrazándose a ella como para llevarla consigo a la inconsciencia o para que la cercanía le salvara del lodo de las pesadillas, volvía suavemente a dormirse, pero en los sueños, otra vez, estaba solo y la perdía.
Con el tiempo aprendió a introducir en ellos astucias menores contra el infortunio. Aún dormido, pensaba : "ahora me despertaré y la encontraré a mi lado", y el solo esfuerzo de su voluntad lo rescataba del sufrimiento que estaba soñando.
Volvió a soñar que ella se iba.
Como un buceador que asciende para escapar de la asfixia emergió al previsto despertar en que ella estaba a su lado. Dio a luz: la vio dormida y algo extraña. Tardó un instante en darse cuenta de que había despertado de otro sueño.
Como si recorriera habitaciones comunicadas por espejos ingresó en el verdadero despertar.
Descubrió sin sopresa que esta vez sí estaba solo.

Texto: "Escrito en un instante"
Autor: Antonio Muñoz Molina.

8.2.10

1ª Parte

Extiende su brazo. Con una suavidad inimaginable, roza con la punta de sus dedos su mentón, su mejilla izquierda, su cuello. Apenas se rozan sus labios y sonríe.

-“Buenos días”. La hace reir en silencio, curva su espalda sobre el colchón. Busca caricias, como un pequeño gato.

-“Alégrame el día”.

Le toca reír a él. La mira, la analiza.

-“Estas muy buena, pero no es mérito tuyo”- Si las miradas matasen, su vida ya hubiese expirado. Lo nota, y le divierte. – “Hazme pedazos, no me importa. Desespérame”.

-“¿De que color tengo los ojos?

-“Marrones, ¿por qué?”

-“Una segunda opinión siempre es buena

-“A veces no te entiendo nada”

-“Las mujeres no quieren que las entiendan, sino que las amen.”

En cursiva,
frases de peliculas.

Por aquí han pasado..