Se calzó las botas, y desde su asiento en la cama, levantó la mirada con pereza hacia el espejo. Con la mirada empañada, como si le doliera la vida, retiró el pelo de su frente y suspiró. Apartó la vista de su reflejo, una vez más ella misma iba a darse la espalda.
Mira el paquete de tabaco que tiene en la mano, y le suelta sobre el colchón, como si le quemase su dependencia en la yema de los dedos. Piensa en el tiempo que hace, que es la única mierda que le roza los labios, y vuelve a elevar su mirada.
El camino de su futuro se emborronó con la resaca de un desamor con patadas. Y decidió vivir entre paredes negras porque hacían juego con su pasado y la ausencia de sus sueños.
Se levantó, y enfundándose en su abrigo de cuero marrón, agarró la maleta. Tiró el tabaco al suelo y lo pisó con fuerza, cansada de esperar a esa muerte que se le antojaba lenta. Ni siquiera hubo un último vistazo, un intento de recordar la salida, prefería olvidar el principio de su cuento infeliz. Iba a buscar su orgullo, o ese brillo que, de pequeña, la gente encontraba en sus ojos. Murmuraba..''Sólo un puto abrazo..''.
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