Estoy cansada de escucharos hablar de cómo somos las mujeres, de como somos las personas, de cómo ha de ser una relación.
Las mujeres no somos, cada mujer es. Cada hombre es. Cada persona es.
No soy mala. Tengo astucia. Y me siento bastante orgullosa de afirmar que nunca he usado algo que considero una virtud, para hacer algo que me encasillase, mínimamente, dentro de la categoría de malas personas.
No soy vengativa. Rechazo el rencor. No soy posesiva. Creo que el camino está para caminar, y cada quién ha de hacer su recorrido. No hay que arrastrar contigo a quien no quiera conseguir tus mismas metas. La libertad para escoger lo que nos hace felices es nuestra mayor oportunidad.
No le tengo un miedo atroz a envejecer sola. No me parece un castigo. Pienso que cada persona necesita su propio tiempo, y nunca es suficiente si se trata de invertirlo en explorarse, conocerse, y potenciarse; de sacar su propia esencia, de convertirse en lo que de verdad quiere ser.
Veo las relaciones como un acuerdo de respeto, una muestra de cariño, y de cierta admiración.
Cada persona en nuestra vida es un maestro. Alguien de quien aprender a crecer, alguien con quien crecer, incluso alguien a quien ayudar a crecer.
La vida es lo que queremos de nuestra vida.
Somos lo que queremos ser.
Dejemos de ser nuestra propia excusa para no ser felices.