8.6.09

Sabor Ginebra.

La miraba confuso, casi con arrepentimiento, por primera vez se mostraba susceptible, como un bloque de hielo al que se acerca la primavera. Y ella supo aprovechar la ocasión, sacando fuerza del baúl de la memoria de lo que un día fue, dio un paso hacia delante, el primero de los que la empujaron a salir de allí. Ni siquiera se molesto en caminar deprisa, no tenía de que huir. Caminando firme, pasó por su lado atravesando el quicio de la puerta, dejando atrás la penumbra casi misteriosa y algo húmeda de su dormitorio, rozando su brazo con magnífica perfección improvisada. Y en realidad sólo pasaron segundos cuando salió de casa, pero todo parecía una vieja película muda en blanco y negro reproducida a cámara lenta; su maravillosa película romántica era ahora una tragedia de los años veinte.

Y él no tuvo más que hacer que verla marchar a lo largo del pasillo, a la vez que observaba la habitación tan lóbrega y vacía, aún con el olor de su perfume favorito. Apoyó la cabeza contra el marco de la puerta, de lado y con suavidad. Cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior en un gesto de rabia y decepción, de lamento que se escapó con aquellos pensamientos que no habían sido planeados.



1 comentario:

Sr Cabeza de Rosa dijo...

Había logrado lo más dificil:
dar el primer paso.
Tras ese, sabía que vendrían todos los demás.

Por aquí han pasado..