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Hola, 2011, hola.
Me adentro en la oscuridad del autobús con cada paso, aún estás a escasos metros y no puedo dejar de volver la vista atrás, como si me dejara algo. ¡Pues claro que me dejo algo! Me le dejo, me los dejo. Mi sonrisa, mis ganas de no dormir para aprovechar el tiempo con él, para mirarle un poco más cada segundo: ni el Guernica ha sido tan observado en sus 73 años de vida. Ahí me le dejo, con la ilusión de quien ve llegar a quien tan intensamente ha esperado entre la multitud. Y claro que pesa, pesa como pesa la tristeza sobre el corazón: ese dolor en el pecho que parece asfixiarte pero no te hace perder la conciencia para poder regocijarse a gusto, tan real y tan difuso.
Y al tomar asiento un niño gira hacia mi su rostro, y la gente sigue avanzando por el pasillo: sus sonrisas son una danza macabra sonando al compás de la desgracia y la desazón.
Aún me consuela hacer memoria minuto a minuto de los días que han pasado, y cuando eso no funcione, volveré. Eres lo más necesario del equipaje.
Se cierne sobre mí el peso de las horas. Cayendo una a una sobre mi, sobre mi pecho, dificultando cualquier raro intento que haga yo por respirar. Me recuerda testarudamente que es más fácil cuando tú exhalas el aire para mi, que huele mejor, que sabe mejor, que sienta mejor y se ve menos denso. (...)
(De la canción ‘No quiero ser un poeta’, de Marea)
Siempre ha sido así. Siempre detrás de las necesidades ajenas, siempre detrás de sus desgracias y gracias. Me gusta oler corazones, claro, me encanta. Me gustan las sonrisas en los rostros con más pena que gloria. Es mi pecado, la gran tentación de oler corazones en calma. Las tormentas me apasionan sólo fuera de las personas, y de qué forma.
Y de qué forma puedo contradecirme. En realidad, si, adoro las tormentas. Y que un rayo pudiera caer sobre más de uno de vosotros, que leéis esto. Que pudiera hacer volar esas cabezas llenas de mierda, de envidia y malas intenciones, de falsos cumplidos y planes ocultos para subiros a la chepa de cualquiera, de cualquiera con un culo un poco pateable, de cualquier jodido culo. Esas cabezas llenas de mierda, como la mia, que ahora mismo sólo os desea la peste negra. Me gustan los corazones en calma..en mucha, en demasiada, en toda la calma.
A veces sí, los lugares públicos son lo mejor para desahogarse. Todos pensareis que no tendría que publicar aquí esta mierda, y yo lo pienso: no es lo más acertado, no es lo más correcto, no debería. Por eso lo hago.
Me he cansado de estar en el suelo, oliendo la podredumbre de vuestro querer y la resaca de vuestras gilipolleces diarias, una resaca que apesta en vuestra inteligencia como apestaría un cadáver tras 3 meses en un invernadero al sol. No hay humano con 5 sentidos que llegara a él(o ella, la inteligencia) sin asfixiarse o cagarse unas cuantas veces en el más santo. Me he cansado de los mensajes de S.O.S, de las llamadas de emergencia. De que me necesitéis un segundo, o un rato largo. No soy un cura en el confesionario, ni una hermanita de la caridad. No soy nada que os sirva, y está más que comprobado.
¿Qué tengo que hacer? Lanzar bengalas al cielo, señales de humo, o agitar una bandera. ¿Y mientras qué? ¿Dónde queda el concepto de amistad que tan utópico se confirma ahora? ¿Qué hay de los hoy por ti mañana por mi? ¿Del uno para todos y todos para uno? ¿Qué de los tira y afloja? Está claro, la culpa será de las películas.
Esta claro que el que llora no mama, y que dando pena o palos es donde más lejos se llega en la vida. Enhorabuena: Llegareis todos muy, muy lejos. Tan lejos, que como diría la gran mujer y poeta que es Ada Menéndez, (http://gotasdelcantabrico.blogspot.com/) no llegaré a vuestro funeral. Eso, claro, no quita que no pueda algún día bailar sobre vuestra tumba.
Y os dejo llorar, y mamar, y a mamarla todos, porque me he cansado de estar abierta 24 horas sin un solo cliente fijo.
Espero no volver a estar cuando llaméis, no ser el camello que os da la mercancía cuando estáis desesperados y hartos de vuestra triste vida, espero hacerme ese favor. Al menos, el de no volver a esperar nada de nadie.
Ahora, den ustedes toda la lástima que quieran: hasta que nos olamos, hasta que la mierda que tenéis ahí dentro se huela desde el cielo y tenga que subir más alto.
Es dificil vivir al ritmo de unos sueños que se sujetan con alfileres. Jodido ver como el aire les golpea con fuerza, aleja, eleva y hunde, cómo se van perdiendo en un mundo que ya no parece tuyo.
Y todo cuanto puedes hacer, es ladrar sentado en la esquina de la calle, y aullar a esa luna menguante que parece llevar toda la vida riéndose de ti.El viento golpea de frente mi rostro. Esa sensación molesta de no poder mirar la dirección que llevas y notar como el pelo se va enredando contra tu propia piel. Entonces echas la vista hacia atrás. Supongo que a veces, es necesario.
Por un momento veo, como si se encontrasen sobre una gran capa de nieve homogénea, todas las huellas marcadas por este año. Me recuerdo, casi como si me viese, entrando en este piso aún desconocido. Feliz, contenta, ilusionada. No, ilusionadísima. Había salido de mi pueblo, y Madrid se extendía ante mi como la gran alfombra roja ante el finalista de un Oscar. Pronto llegaron los días de sentirse sola y sin posibilidad de establecer contacto. Pronto, las conversaciones fluidas en la facultad, y los ratos de césped al sol de Ciudad Universitaria. Las confianzas, las demasiadas confianzas. Llegaron los primeros exámenes, y la sensación de estar en el sitio equivocado. Como si fuese contracorriente, viendo las caras a todos los que de verdad aspiraban a ser periodistas, al grito de: “Yo corresponsal de guerra”, “Yo presentadora” y “Yo periodista deportivo”. Las dudas y las no dudas. Las desilusiones. El sol dejó de brillar en Ciudad Universitaria y la nube se puso cómoda justo sobre mi cabeza. Por el error y el miedo a más errores. Me di cuenta, de golpe, del tupido velo que es la ilusión entre nosotros y la realidad de las cosas. Madrid, su magia, y su belleza, se olvidan cuando de nada te sirve que estén ahí. Toda ciudad se disfruta con dinero. Todo momento con buena compañía. Y el encanto que queda a sólo dos paradas de metro se torna totalmente inalcanzable. Empiezas a ver cómo el sueño y la pesadilla están separados a la misma distancia que las personas de un vagón en hora punta: casi formando una sola masa. Y las mañanas por La Castellana, el murmullo del rastro, los bares con olor a poesía, y bares de rock’n roll, se entremezclan con las lágrimas de un desconocido, el sentimiento de vacío, la inhumana sociedad y la decepción de quien se sabe equivocado.
La esperanza de quien espera cambios se vuelve desesperanza.
De todos modos me quedo, porque de todo se aprende, con todo lo pasado este año. Con las cosas que no debieron ser y fueron, con las cosas que llegaron sin esperarse, y lo que tuve sin querer encontrar.
Me quedo con lo que sé sobre el periodismo, no mucho, pero más cierto que lo que sabía cuando no sabía nada. Y así me alejo de ello. Ahora se que ‘nunca digas nunca’, es cierto siempre, y que la tierra tira. Me quedo con quienes he conocido bien a lo largo de todo este curso, como amigos, y como auténticos estúpidos. Me voy sabiendo que, da igual el dónde si hay un buen quién. Sabiendo que cambiar de aires no es cambiar el modo de ver, y que como siempre, tropiezo una y otra vez con la misma piedra, y que piedra a piedra, mi timidez es un muro consistente del que muy difícilmente me podré deshacer. Me voy con lástima de no haber compartido más con quienes, en el fondo, más quería compartir. Me voy, aunque sin haberle dado a Madrid todo, y sin que Madrid me lo haya dado todo a mi. Supongo, que porque al fin y al cabo, quien sabe cuántas veces aún, podré pasar por aquí..Si hay personas que nacen predestinadas o no, es tan solo cuestión de opiniones. Yo, llámame ilusa, creo que cada cual tiene su estrella. Una pequeña luz que se enciende con el primer aliento de vida a esa perfecta distancia que hace que muchos no tengan ni la más mínima idea de cuánto pueden llegar a brillar. Creo en el destino de la gente y, creo firmemente, que si no vemos nuestro destino es simplemente porque no miramos al cielo.
Dime, tú, si eres capaz de mirar durante horas las nubes. Si lo eres, sobra decir que tal vez seas una de esas personas que busca o encuentra formas escondidas en todas ellas. Ojalá todo el mundo lo hubiese intentado al menos una vez en su vida.
Si el destino existe, es algo que hoy no puedo dudar. Tal vez mañana sí me lo pregunte.
(...)
Ahora, me lo pregunto. ¿De verdad mi porvenir está ya escrito? Si así fuese, sabría hoy que está ya grabado en mi estrella que ha de apagarse pronto, o al menos, nublarse, porque he mirado al cielo, y no solo llovía, si no que no había nubes. No he visto nada en el cielo hacia el que he alzado la mirada, pero al hacerlo, la esperanza que brillaba a veces en mis ojos ha emprendido el vuelo..o tal vez, sólo un aterrizaje. Y nada allí arriba me ha hecho sentir bien, ni un soplo de aire que me haya hecho pensar en una vida más allá de lo que hoy tengo. Nada, sólo eso. Ni bien ni mal, y entonces un sentimiento de rabia ha llegado hasta mis puños con la palabra mediocre. Ni bien ni mal, y la incertidumbre me ha hecho cerrarles con fuerza. Ni siquiera he sabido a qué golpear.
Me niego hoy a creer en el destino.
Echar a correr, dormir mirando al blanco techo de mi habitación, llorar, o reír, sólo por devolverle a la vida todas sus putadas. Saber qué quiero ser, y elegir.
Quiero ser feliz.
Hoy no creo en mi destino.
Porque cuando te acercas todo huele a cobardía. Desprendes falsa prepotencia, y se mueve en torno a ti un halo de autosuficiencia de pura ciencia ficción. Tan denso es el aire que te envuelve, tan opacas tus mentiras, que no ves que pisas el mismo suelo que los demás. No ves que se presentan ante ti y ante los demás los mismos baches, y crees que esa nube de mierda con la que sólo a ti te parece que vuelas va a salvarte el culo de cualquier tropiezo.
No eres nada, porque tú solo has destruido todo lo que podías ser. Eres sólo un cúmulo de promesas que se han roto antes de hacerse, de sueños de los demás adaptados como buenamente puedes a tu vida.
Sigue siendo tu propio superhéroe, el inquebrantable. Haz que sabes todo siempre, haz que tienes todo lo que necesitas. Sigue creyendo que eres lo que tú quieres ser.
Esta noche
Vamos a emborracharnos
Vamos a bebernos
El uno
Al otro
Hasta que por no vernos
Tengamos que tocarnos
Esta noche,
Van a tenernos envidia
Los callejones
..
Esta noche,
Tiene aún muchas horas
Para cansarnos
De ti, de mi
Del mundo
Y tenemos aún
Muchos cubatas
Que tomarnos.
Culpas al sistema de ser unas alimañas, unas sabandijas que te chupan la sangre hasta que no te queda nada. No tienes ilusión, ni nada con lo que ilusionarte de nuevo. Sus sonrisas agrietadas y su risa seca como la tos de un fumador empedernido.
Si, tal vez la culpa es del sistema. Pero tal vez somos nosotros quienes no nos empeñamos demasiado. Somos nosotros quien asumimos la esclavitud. Nos da miedo soñar, nos da miedo volar alto, nos da miedo caernos,..como si nunca hubiésemos tropezado. Asumimos responsabilidades, nos sometemos a la vida.
No vivimos felices porque nos da miedo que la felicidad no nos deje seguir con vida. ¿Qué forma de vivir es esa? Preferimos 5 horas de una especie de seriedad fría y asfixiante propia de velatorio a un minuto de carcajadas, sólo por represalias a romper el silencio o a que después nos duela la tripa de tanto reír.
Y es verdad que el sistema a veces no nos deja reír, es verdad que nos vemos sin un techo, sin la cultura que necesitamos, o sin el dinero que nos tiene que vestir. Todo eso es cierto. Pero tenemos tanto miedo de la risa como de la protesta. Nos da miedo cambiar las cosas por si salen mal. Nos da miedo intentar ser felices.
Y todo porque dejamos que todo se quede en inútiles intentos.
A mi lo que me da miedo es convertirme en ese tipo de gente. En ese tipo de personas que odian su vida y asumen tontamente que la vida no es bonita y eso es todo cuanto pueden hacer. No voy a convertirme en una de esas personas que estudian por ese buen sueldo que no tendrán. No quiero poder pagar esa bonita casa que no tendré con quien compartir. No voy a quedarme esperando en un andén, sabiendo que ese metro va en la dirección de “Aquí no se viene a sonreír”.
He tenido muchos aciertos y muchos errores. No voy a ser de esas personas que “lo deja estar”, no voy a decir que me he equivocado con los brazos cruzados. Sencillamente no pienso ser ese tipo de reacción que consiste en no reaccionar.
Tenemos que luchar por lo que queremos, porque si resulta que es verdad que no se puede ser feliz, renuncio. Si es imposible ser feliz..yo no quiero vivir más, no estoy aquí para eso.Me equivoqué persiguiendo un sueño que no me correspondía. O las palabras de quienes sabía que no causarían efecto en mí. Elegí abrazos que no me reconfortarían, alientos de esos que ni siquiera llevan un poco de calor. Compré el traje que más grande me quedaba.
Tal vez he convertido un hobby en una obligación, y es por eso que ahora no encuentro la calma en nada. Pienso una vez más que mi vida está hecha de errores, errores que a veces tiran de mi, como si tratasen además de alejarme de algún acierto.
Noto como algunas palabras tratan de escribirse y relacionarse con coherencia en mi cabeza, y ninguna consigue llegar hasta mis manos. Supongo que se habrán ahogado entre tanto llanto..
Soledad, incertidumbre, fracaso, perdón, responsabilidad, culpable, imbécil.. Pero ni siquiera soy capaz de ordenarlas.
Una vez más, no sé que hacer con mi vida.
Una vez más, tengo ganas de huir hacia ninguna parte, pero sin dejar de correr.
Extiende su brazo. Con una suavidad inimaginable, roza con la punta de sus dedos su mentón, su mejilla izquierda, su cuello. Apenas se rozan sus labios y sonríe.
-“Buenos días”. La hace reir en silencio, curva su espalda sobre el colchón. Busca caricias, como un pequeño gato.
-“Alégrame el día”.
Le toca reír a él. La mira, la analiza.
-“Estas muy buena, pero no es mérito tuyo”- Si las miradas matasen, su vida ya hubiese expirado. Lo nota, y le divierte. – “Hazme pedazos, no me importa. Desespérame”.
-“¿De que color tengo los ojos?”
-“Marrones, ¿por qué?”
-“Una segunda opinión siempre es buena”
-“A veces no te entiendo nada”
-“Las mujeres no quieren que las entiendan, sino que las amen.”